Una Cuarentena
para un Cambio de Consciencia Mundial
Hoy
es mi día 36 de confinamiento en esta cuarentena por la pandemia del COVID-19.
A mí me tocó vivirla sola lejos del lugar donde nací, lejos de mis familiares,
lejos de amigos y lejos de mi compañero de vida.
En
España, donde yo estoy ahora, todo comenzó el viernes 13 de marzo. Ese día
despidieron de sus trabajos al 70% u 80% de la población, entre ellos, a mí. Yo
había decidido cambiar mi vida, probar nuevos rumbos, conocer nuevas culturas,
y me vine. Con la suerte que me caracteriza, y siempre decretando la abundancia
en mi vida, pude hacer mis papeles, conseguí tres trabajos y una pieza para
vivir.
Todo
estaba perfecto, con mi pareja pudimos ahorrar y él llegaría a vivir conmigo y
a hacer sus papeles a fines de marzo. ¡Teníamos
todo! En ese momento, junto a la extensión de la pandemia, nuestro castillo
empezó a derrumbarse como creo nunca antes nos había pasado. Todo se nos fue de
las manos, y uno de mis grandes aprendizajes es que hay muchas cosas que están
fuera de mi control, y que tengo que aprender a convivir con ello. Aceptar,
aprender y crecer.
En
un primer momento aproveché para dormir, para no tener horarios, para cocinar
cosas ricas. Luego pasé a una etapa en la que volví a tener rutina, horarios,
me levantaba temprano, hacía yoga y grababa videos de yoga en silla y
respiraciones para bajar la ansiedad a mis alumnos, alumnas y parientes. En la
tercera semana pasé a una seguidilla de episodios como vértigo, ansiedad, insomnio,
pesadillas, dolores en hernias ya curadas, bruxismo y un gran dolor en el alma
que lindaba con la depresión. Tuve una lesión en el cuello y no pude hacer más
yoga, ni enviar los videos a la gente que hasta el día de hoy me los siguen
pidiendo. Y desde hace ya varios días me permito hacer lo que quiero o lo que
puedo. Es una situación tan especial y excepcional que tan solo con respirar,
sentirme viva y salir a mi ventana a aplaudir a los profesionales que cuidan de
nosotros, me parece suficiente.
Luego
de atravesar todo esto comencé un camino de mucha reflexión: “pronto todo
volverá a ser como antes, #quedamenos, volveremos a la normalidad” son algunas
de las frases que se escuchan en la televisión o en personas allegadas. Y mi
ser dice lo contrario, mi cuerpo físico, mi mente, mi alma, mi consciencia me
dice todo el tiempo que nada volverá a
ser como antes, y ojalá que así sea. No podemos volver a salir a la calle y
hacer como que nada ha pasado, volver a ser los mismos, ver a otra persona y no
sentir ganas de abrazarla, ver animales y plantas en su máxima expresión,
libres, felices, un planeta limpio, y contaminarlo otra vez. Tener nuestros
oídos acostumbrados al silencio sepulcral que oímos hoy en día, y gritarnos una
vez más.
¿Podremos
volver a ser iguales?¿no hemos tenido tiempo para reflexionar sobre nuestra
misión en este paso por la Tierra?¿no vemos lo insignificante que somos para
este Universo?¿acaso somos tan insensatos que no podemos darnos cuenta que por
más dinero y bienes que acumulemos somos todos iguales?¿te das cuenta que por
más dinero que tengas no podes salir de tu casa y no podes pagar para tener una
cama en un hospital y te vas a morir igual?¿ni con una pandemia hemos tenido
la apertura de mente suficiente para respetar al otro, para ver al otro, para
empatizar y valorar a los demás seres vivos?¿no nos ha gustado ver las aguas
limpias, los pájaros cantando libremente, animales caminando por su tierra
tranquilos, el silencio en nuestras ciudades?¿no podremos ser más equilibrados
y respetar al otro?¿no creen que si todo vuelve a ser como antes es porque no
hemos aprendido nada de nada?
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